El ocaso
– Miguel Ángel Sampedro
La idea misteriosa
que se me esconde.
La ilusión decadente en mi horizonte,
por una hoz una sombra con capucha
que se me acerca,
pronto o tarde,
no se sabe.
La idea intrigante
que juega su confusión conmigo.
Nace de mi vida la ironía,
entre el juicio desamueblado y
el cuerpo calcinado
que se me acerca,
pronto o tarde,
no se sabe.
Mi vida llueve,
despreciándose su tiempo en humos,
en busca de la verdad.
Vagabundeando por los relojes amurallados,
en busca de la verdad.
Más allá de la vida, ¿qué hay?
¿tú sabes?
yo tampoco.
No lo sabemos.
Pero una cosa que yo sé,
el ocaso
me sella la caja de sueños,
me la deja bien hermética.
El ocaso
no se interesa por la verdad,
ni por la iluminación.
A oscuras
me entierra
en el vacío.
El número volteando
cada vez más veloz,
el gran pasador lo detengo:
Tacinco, ticuatro,
Tactres, ticdos,
Tacuno, tacero…
… (me apago)
Ticero, ticuno,
Ticdos, tactres,
ticuatro, tacinco…
… (me reinicio)
La vida abrazada me despierta,
mis ilusiones tomando vuelo.
El símil,
entre la verdad buscada
y el tiempo preocupado,
me tambalea la vida.
El gran balance lo derribo,
la noche se desploma.
Vive mi día,
mis ilusiones tomando vuelo,
aunque sean pequeñas
siempre llegarán.